Desacuerdos radicales

Hace unos años asistí a un Workshop en el que actuaban como ponentes los investigadores británicos en Estudios sobre la paz Oliver Ramsbotham y Tom Woodhouse. Por los ejemplos que ponían, son personas curtidas en negociaciones de paz de conflictos enquistados, como el de Oriente Medio.

Tras este evento leí uno de sus libros dedicado al tema de los conflictos y a la noción de desacuerdo radical: Ramsbotham, Oliver, Woodhouse, Tom y Miall, Hugh (2011) Contemporary conflict resolution, Polity, Cambridge (third edition). Selecciono algunas de las ideas de este libro, traducidas en algún caso un poco libremente, porque me parecen muy oportunas para contribuir a la reflexión y, por qué no, al inicio de la distensión del conflicto catalán vs. español, en esta nueva etapa con el cambio de gobierno.

En todo el mundo, las sociedades se enfrentan a tensiones derivadas de la población, el crecimiento, el cambio estructural de la economía mundial, la migración hacia las ciudades, la degradación del medio ambiente y el rápido cambio social. Las sociedades con instituciones, reglas o normas para la gestión de conflictos y tradiciones de gobierno bien establecidas están, generalmente, en mejores condiciones para adaptarse pacíficamente al cambio; las que tienen un gobierno más débil, vínculos sociales frágiles y escaso consenso sobre valores y tradiciones tienen más probabilidades de fragmentarse.

ODIO

Fortalecer la capacidad de resolución de conflictos en el seno de las sociedades y las instituciones políticas, especialmente como forma de prevención, es una parte vital de la respuesta al fenómeno del conflicto étnico y nacionalista.

El enfoque de su libro es abordar la mejor manera de manejar la intratabilidad lingüística y su principal manifestación verbal: el desacuerdo radical.

El diálogo para la comprensión mutua se considera la antítesis del desacuerdo radical. Promover el diálogo para la comprensión mutua y sustituir el pensamiento lineal por el sistémico es tratar de transformar (o eliminar) el desacuerdo radical.

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 Es la ruptura de las distinciones entre hechos, valores y emociones lo que distingue a los desacuerdos radicales. Por ello, cuando el diálogo para la comprensión mutua resulta prematuro, estos investigadores sugieren centrarse más bien en el propio diálogo “agonístico”. Esto significa desplazar el diálogo para el entendimiento mutuo por la promoción del diálogo para el “compromiso estratégico”.

El diálogo para el compromiso estratégico busca promover un compromiso estratégico de los discursos dentro y entre las partes en conflicto, que también involucre a terceros. Proponen para ello seis razones para el compromiso estratégico de los discursos (págs. 384-386):

  1. Por su naturaleza, el pensamiento estratégico no mira al pasado, sino al futuro, no se detiene en el pasado.
  2. El pensamiento estratégico reconoce el requisito previo no de cancelar el desacuerdo interno radical, sino de subordinarlo a la prioridad de presentar un frente unido frente al mundo exterior.
  3. El pensamiento estratégico vincula los objetivos con las estrategias a través de la conciencia de la complejidad sistémica y las evaluaciones realistas del poder relativo.
  4. El pensamiento estratégico entiende que el tablero de ajedrez debe ser visto desde la perspectiva del oponente.
  5. El pensamiento estratégico elige los medios estratégicos y tácticos más apropiados para alcanzar sus objetivos estratégicos generales, y los mantiene en constante revisión.
  6. El pensamiento estratégico entiende claramente que la comunicación de mensajes estratégicos a partidarios, oponentes y terceros es una parte esencial de la estrategia.

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