Discursos competitivos en la izquierda post-15M. El caso de Más País

Por qué cooperamos (“Why we cooperate”) es el título de un libro de Michael Tomasello, co-director del Max Planck Institute, especialista en Antropología de la evolución, publicado en 2009. Este autor investiga la conducta de los primates comparándola con la conducta infantil, con el fin de conocer los orígenes de nuestros ancestros prehomínidos en su evolución hacia la especie actual homo sapiens. En este libro, se plantea si la cooperación surge en los niños de manera natural o es algo adquirido en su proceso de socialización, por influencia de los adultos. En una entrada anterior, reflexionamos sobre el tema del nuevo partido Mas País y su líder Errejón, a partir del análisis del discurso político (“Errejón, ¡la vieja política!”). En esta entrada continuamos con dicha reflexión, pero lo vamos a enfocar desde algunas de las ideas de Tomasello en este libro mencionado.

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La comparación entre la conducta de los primates y la infantil, en experimentos semejantes, revela que tanto unos como otros tienen conductas de colaboración; se da incluso en niños muy pequeños en los que todavía no se puede considerar que dicha conducta sea por influencia familiar o de su cultura. Parece más bien una inclinación natural de los niños para simpatizar con sus compañeros en la tarea que los investigadores les planeaban. En experimentos más sofisticados, las diferencias entre los primates y los niños son también notables: los niños incluyen en alguna de sus conductas (no en todas) intenciones altruistas (para ayudarse, para compartir información y para repartirse alimento), ausentes totalmente en los primates.

El origen en la especie humana de estas conductas altruistas hay que buscarlo, explica Tomasello, en el mutualismo y en la colaboración. Es decir, en la necesidad de beneficiarse del trabajo en grupo con el fin de protegerse de los depredadores y del ambiente adverso. Con ello, tuvo que surgir también la importancia de confiar en los otros. En este punto, es donde este autor sitúa el papel de la comunicación.

Lo que es común en todo este proceso es el sentido humano del “nosotros”, un sentido de intencionalidad compartida, surgido en las interacciones sociales más simples. El ejemplo que incluye Tomasello como evidencia de tales interacciones es el siguiente:

“Suponte que tú y yo caminamos juntos hacia una tienda. En este camino, de repente y sin avisar, me separo y tomo el mío propio, dejándote solo. Tú no solamente te quedas sorprendido y molesto (incluso preocupado por ello), sino que, además, yo mismo, cuando llego a mi casa y le cuento a mi familia el incidente, empiezo también a sentirlo así. Me digo a mí mismo: Íbamos caminando juntos, pero rompí unilateralmente este ir “juntos”, quizás por egoísmo o mala conducta. Debí haber evitado esta conducta o haber dado una razón”.

El sentido de hacer algo juntos crea expectativas mutuas e incluso derechos y obligaciones. Esto es único en la especie humana, incluso en casos tan simples como en el ejemplo interaccional anterior.

Si retomamos ahora el tema del nuevo partido y de dos de los más conocidos integrantes: Errejón y Bescansa, podemos ver más claramente lo que ha sucedido con ellos al compararlo con el ejemplo de Tomasello. Los dos iban caminando juntos en un proyecto que se llamaba Podemos (primera etapa), en el que el líder era Pablo Iglesias. Con todos sus errores y aciertos, este último ganó las primarias. A los dos años del nacimiento del partido, se produjo el caso que cita Tomasello en su historia: de repente, Errejón cambió el rumbo para disputarle el liderazgo a Iglesias. En la “vieja política”, la de la competencia, esto es legítimo, pero en el marco del “mutualismo” y la “cooperación” de los prehomínidos y homínidos que Tomasello describe esto supone una disrupción de la confianza mutua. No solo para estos líderes políticos, sino para las expectativas de tanta gente de la clase trabajadora que los votó y a quienes, sin duda, defraudaron; el principal, Errejón que fue quien inició la ruptura y el conflicto.

A ello se unió Carolina Bescansa con su dimisión. Tampoco ella ha mostrado estos valores de cooperación que venimos comentando; no solamente respecto a la dirección de Iglesias, sino también respecto a sus compañeros de Podemos Galicia, a cuya dirección también le disputó, de repente, el liderazgo. Iniciaron un camino de colaboración política, pero, en lugar de consolidar su cooperación con quien había ganado las primarias, les disputaron enseguida la hegemonía. Desde fuera, podemos inferir que llegaron a Podemos para competir, no para colaborar (pese a las diferencias y a las dificultades que supone la convivencia entre tanta gente diferente). Los acontecimientos posteriores ya los conocemos: Errejón se pasa a Más Madrid; Carmena tampoco evita esta competencia, lo cual es un tanto negativo también para ella, a pesar de que haya sabido “construirse” en los medios de comunicación un rol de persona conciliadora y que actúa con valores éticos; y Bescansa reaparece cuando Errejón crea Más País. Ahora los dos actúan en abierta competencia con Unidas Podemos. En este proceso de competencia de cara a la supervivencia propia, una de las funciones principales de sus discursos políticos es la de deslegitimar a sus ex compañeros (más o menos implícitamente); es lo que estamos viendo en este momento en los dos.

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¿Las razones de la ruptura? Ellos dicen que la responsabilidad está en el lado de Iglesias y su equipo. ¿Y sobre las razones de crear un nuevo partido? En la responsabilidad ética, afirman, de ofrecer soluciones nuevas para la formación de un gobierno progresista en España. Sin embargo, desde la perspectiva evolucionista que hemos descrito a partir del libro de Tomasello, lo que tenemos que resaltar es que, ya desde el inicio de Podemos, hay una historia de “competencia” frente a un equipo, el de Iglesias que consiguió democráticamente el liderazgo, pero al que también aspiraban los otros dos, Errejón y Bescansa. Por ello, no pudo surgir ni consolidarse la confianza ni la intencionalidad compartida en las tareas comunes que Tomasello sitúa en la base de cualquier grupo plenamente humano. Aunque suponemos que no habrá sido fácil, este objetivo sí que parece estarse dando entre Podemos e Izquierda Unida, entre Iglesias y Uralde, entre Colau e Iglesias, entre Colau y los diferentes grupos de En Comú (aunque hay también noticias que hablan de una posible ruptura, como ya pasó con Alemany y su equipo). En las Mareas, la división competitiva en dos grupos se ha llevado por delante un proyecto social muy interesante en sus inicios. Desgraciadamente, la competencia también está muy fuerte en el grupo de los anticapitalistas. Quizás, este grupo esté más preparado para la protesta frente al capitalismo (de ahí su nombre), pero menos para la construcción política conjunta de propuestas nuevas.

En el origen de la especie humana, reitera Tomasello, el altruismo es una etapa posterior tras un proceso de colaboración mutua en el seno de los distintos grupos sociales ante la necesidad de sobrevivir en un mundo adverso, lleno de depredadores físicos. Sin embargo, ¿no nos parece poco depredador y salvaje el actual “neocapitalismo”, al que nos tenemos seriamente que enfrentar si queremos reducir la desigualdad y la pobreza cada vez mayores, y revertir con rapidez el colapso medioambiental, fruto de su receta de la sobre producción sin límite?

Nos preguntamos, finalmente, si hay gente con suficientes valores éticos en los distintos grupos de izquierda surgidos del post-15M para erradicar la competencia y aparcar las “esencias” (posiciones bajo apariencia de verdad universal que luego resultan ser proyectos subjetivos y particulares). Creemos que solamente desde la colaboración interna y el respeto mutuo se pueden buscar soluciones novedosas, capaces de crear otras alianzas entre los distintos grupos y con la mayoría de las reivindicaciones de las clases populares y la ciudadanía organizada. Si los nuevos partidos continúan haciendo lo mismo en política (es decir, competiendo entre ellos), su labor será tan poco transformadora como la de los tradicionales.

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