“Salir del capitalismo”

El título de esta entrada es uno de los mensajes que escuché reiteradamente en la cooperativa integral catalana (o CIC, www.cooperativa.cat).  Coincidió con el trabajo de investigación sobre sus discursos que realicé durante la primavera de 2014.

Con este lema, las personas socias de la CIC explican su objetivo usando una metáfora lexicalizada de tipo espacial (Lakoff y Johnson 1980, Metáforas de la vida cotidiana, págs 25-30). El uso del lexema verbal ‘salir’ identifica el capitalismo con un contenedor o un recipiente en el interior del cual la actividad económica de la sociedad moderna ha quedado atrapada y del cual solamente se puede escapar con la ayuda del grupo con quien se comparte la idea de buscar alternativas a este sistema económico. Este esquema metafórico se activa frecuentemente en la conversación cotidiana, aunque no en contextos ideológicos, como en el caso de los ejemplos “salir de las drogas” o “salir del alcohol”. En la construcción “salir del capitalismo”, se ha creado además una analogía adicional: los efectos del capitalismo se identifican de manera muy negativa con ciertas sustancias nocivas para la salud.

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La CIC es una cooperativa, en términos legales, inscrita en el territorio catalán; surgió un año antes del 15M, pero se consolidó organizativamente tras la acampada de este grupo social en la Plaza de Cataluña, en Barcelona.

Se inspira en movimientos como el altermundismo y otros movimientos de resistencia global, soberanía alimentaria, movimientos de software libre, decrecimiento, etc. Históricamente hablando, también ha habido movimientos como el cooperativismo, el anarquismo, el independentismo, el sindicalismo, etc., que han influido en la forma de pensar de la sociedad en general, y con los que a su vez los individuos que participan en la Cooperativa integral se sienten identificados. A pesar de ello, en cuanto sujeto colectivo, la Cooperativa integral no se identifica con ninguna corriente de pensamiento concreta; sino que acepta principios de todos estos movimientos y los pone en práctica con el objetivo progresivo de ir avanzando hacia lo que ellos denominan la revolución integral.

¿Qué entienden por revolución integral? Para este grupo, no es una revolución a la antigua, en la que se trata de tomar el poder o de alguna manera generar un control sobre los demás, sino que es un proceso revolucionario que se da en todos los ámbitos de nuestra vida (economía, salud, educación, tecnología, etc.). El centro de la revolución integral es la persona y las formas de convivencia, las formas de relación humana, social y económica; por lo tanto, es una revolución que se da donde hay personas que estén haciendo este cambio y organizándose en grupos para irlo ampliando.

La revolución colectiva implica también afinidad y sobre todo construcción de afinidad. Tiempo, espacio para darse. Por eso tiene sentido el cambio a sistemas productivos más humanos, en interacción con los ciclos de la naturaleza.

La CIC se organiza en grupos denominados eco-xarxes, que tienden a utilizar una moneda social en la mayoría del intercambio entre los socios y socias. El papel principal de la CIC es “descapitalizador”, el paso de euros a proyectos autogestionados con su moneda social, el eco (de tipo virtual, excepto cuando asisten a los mercados; aquí utilizan el eco-seny, su versión en papel). Es economía real, sin bancos ni gobierno, y se crea cuando hay intercambio y confianza. A mayor confianza, mayor intercambio. El eco no paga impuestos, no tiene intermediarios; no es escaso, como el euro; es abundante. Pierde valor si no se utiliza (“se oxida”).

En el marco de la revolución integral que intentan construir, consideran que los tres conceptos siguientes son claves para sus fines:

autonomía (capacidad de tomar decisiones sin intervención ajena)

autogestión (capacidad de autogobierno)

– y autosuficiencia (cualidad de una persona o grupo para valerse por sí mismo).

La organización de la CIC es de tipo asambleario; a través de asambleas abiertas en donde todas las decisiones se toman por consenso, sin jerarquías.

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Esta forma de auto-organización se inspira en sistemas socio-económicos pre-capitalistas, como la manera tradicional de organización de los municipios de la Península Ibérica: el concejo abierto, la asamblea popular soberana de vecinos y vecinas de un municipio o territorio determinados (más información de esta tradición en Rodrigo Mora, 2008; trabajo al que se ha hecho referencia en las siguientes entradas de este blog: http://www.dialogodesaberes.com/2015/06/el-reto-del-rural-ante-el-cambio-climatico-el-libro-naturaleza-ruralidad-civilizacion/ y http://www.dialogodesaberes.com/2015/04/la-defensa-de-los-montes-comunales/#more-49).

Sin embargo, también nos podemos remontar a épocas aún más ancestrales y comparar esta construcción ideológica con las de la evolución de la vida humana desde los pre-homínidos al homo sapiens. Uno de los rasgos de esta evolución, según Morin (1973), es su carácter bio-sociológico, es decir, la consideración de que la sociedad es una de las formas fundamentales, más ampliamente difundidas, de auto-organización de los sistemas vivos, con lo cual la sociología humana no puede ser analizada como algo tan singular en el fenómeno social natural. El desarrollo del cerebro humano ha posibilitado la complejidad de la vida humana, pero ello no implica la frontera clara entre lo biológico y lo social en el proceso de la hominización. Además, en este proceso, la economía no es solo la provisión de recursos, sino la organización de la relación ecológico-social que da origen a la complejidad social; es decir, la cultura, en el sentido pleno del término. Por tanto, la disociación de la evolución biológica y cultural (como ha ocurrido en el sistema capitalista neoliberal) es algo inconsistente con la vida humana. Y la vuelta a los orígenes, al equilibrio biología-cultura, supone el estado ecológicamente más coherente para el individuo y para los grupos en los que se inserta.

Si se desea profundizar en este tema, puede consultarse la página web de la CIC: www.cooperativa.cat. También el artículo académico:  (2016) “Metáforas para el cambio social”. Discurso & Sociedad 10/4: 781-807. http://www.dissoc.org/ediciones/v10n04/

 

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